Vuelve el trueque
El trueque está de vuelta. Como en la crisis económica, política y social del 2001, cuando se saqueaban supermercados, 38 ciudadanos morían en medio de protestas y el entonces presidente Fernando de La Rúa escapaba en un helicóptero, la actividad resurge en la gestión de Mauricio Macri, aunque en una escala mucho menor. Así, años más tarde, varias familias que no pueden comprar artículos en los comercios tradicionales, utilizan este mecanismo de intercambio para intentar llenar las panzas de sus hijos, mientras las cuentas del Ministerio de Hacienda son supervisadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la inflación no da tregua.
El sistema es bastante sencillo. Las familias, numerosas, colocan sus mantas sobre el pasto de una cancha de fútbol ubicada en las calles 115 y 522, a pocos metros de las vías del ferrocarril, mientras los más chicos corretean junto a los perros del lugar. Allí exhiben sus productos, principalmente ropa usada, pero también hay tortas caseras y hasta artículos para celulares. Todo se puede cambiar por alimentos o un tope de hasta 250 pesos (unos cinco dólares), aunque se consiguen pantalones por 50 (más de un dólar).
Su existencia tiene un fin completamente ideológico, más allá de los contextos sociales de cada época: "Queremos prosperar sin el uso directo del dinero, con la economía del hombre", explica Horacio Covas, uno de los fundadores. En efecto, sueñan con formar "prosumidores", es decir, personas que produzcan y consuman al mismo tiempo, un término utilizado por el escritor estadounidense Alvin Toffler.
El gran desafío para los organizadores es convencer a los miembros de que utilicen este método como una filosofía de vida, y no solamente cuando las cuentas del país estallan por los aires. Sin embargo, la Red tuvo su punto máximo de popularidad después de la crisis de 2001
Así, de manera directa o indirecta tuvieron alrededor de 7 millones de personas participando, nos dicen, causando el malestar de los partidos políticos tradicionales. De hecho, años atrás recibieron denuncias penales de todo tipo, pero la Justicia acaba de dictar su inocencia, y los organizadores están convencidos de que las causas judiciales, con allanamientos incluidos, fueron armadas para boicotear su proyecto durante la Presidencia de Eduardo Duhalde, en el 2003.